Las botellas de plástico son las más rebeldes a
la hora de transformarse. Al aire libre pierden su tonicidad, se fragmentan y
se dispersan. Enterradas, duran más. La mayoría está hecha de tereftalato de
polietileno (PET), un material duro de roer: los microorganismos no tienen mecanismos
para atacarlos.
Y para que se degraden si se tira en un lugar como en la calle, en bosque ríos, etc tarda de 100 a 1000 años
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